Recinto Arqueológico de Qenqo
El nombre quechua Qenqo significa laberinto. En la cosmovisión de la cultura andina, este lugar fue construido para invocar a Kaypacha, legendaria serpiente que da origen a la vida. Los incas utilizaron este lugar como puente para comunicarse con otros de sus dioses como el Sol, la tierra, las montañas, la luna y las estrellas. Todo en este lugar tiene una mística especial, el anfiteatro, los laberintos, los canales y la sala de sacrificios.
Complejo Arqueológico de Qenqo
Aunque no se sabe el verdadero nombre de este adoratorio, en la época de la conquista, los españoles decidieron nombrarla Qenqo, laberinto en quechua, tal vez por las laberínticas galerías bajo tierra, o por los zigzagueantes canales labrados en la roca.
Los españoles catalogaron este recinto como un anfiteatro, al parecer por la construcción semicircular que allí se encuentra. Sin embargo, se ignora la verdadera función de esta ciclópea construcción, ya que bien podría tratarse de un centro ceremonial, un tribunal o una tumba real, tal vez de Pachacútec. Según los estudiosos, es posible que fuera uno de los santuarios más importantes de la civilización Inca, cuya naturaleza aún no ha podido ser descifrada; en el recinto destaca la predilección que tuvieron los incas por la piedra tallada con mucho cuidado.
Ubicación
A 4 km de la plaza de armas del Cusco, sobre los 3,580 m.s.n.m. Podrá llegar en 5 minutos por una carretera asfaltada al noreste de la ciudad del Cusco. Son dos lugares: Qenqo Grande ubicado al pie del sendero que va de Sacsayhuamán a Písac; y Qenqo Chico, que se encuentra en la ladera a 350 metros al oeste del anterior. Este recinto se encuentra sobre el actual cerro Socorro y tiene una superficie que supera los 3,500 metros cuadrados.
Qenqo Grande
El Anfiteatro
Se trata de un templo utilizado durante el incanato para celebrar ceremonias públicas, es un recinto semicircular de 55 m. de longitud, con 19 hornacinas inconclusas a lo largo del muro, algunas publicaciones afirman que las hornacinas estaban dispuestas a manera de asientos para las entidades a las que adoraban. Sin embargo investigaciones recientes dicen que cabe la posibilidad que fueran las bases de un gran muro.
Pasando el área libre podrá ver un gran bloque de piedra de 6 m de alto, que descansa sobre un pedestal rectangular. Posiblemente se trate de una enorme escultura zoomorfa. La imprecisión se debe a la destrucción ocasionada por los extirpadores de idolatrías (personales que se encargaron de eliminar iconos de culto local) durante la colonia.
Tiene un abultamiento rocoso con un pasaje labrado, que conduce a una sala subterránea, habitaciones, un conjunto de andenes, y un sistema de drenaje destinado a evacuar el agua del lugar.
La piedra labrada
En la parte posterior de la piedra se levanta un pequeña formación rocosa en la que podrá encontrar una escalera, labrada en la roca viva, que conduce a la cumbre. Es este lugar a partir de un hoyo menor nace un pequeño canal zigzagueante que desciende para luego bifurcarse en una dos ramas, una que sigue la pendiente y otra que desciende a la cámara subterránea.
Quizá en ella se vertió chicha o sangre de llamas, ofrendadas en rituales aún no esclarecidos. En la cumbre quedan resto de tallados de lo que pudo ser un cóndor, cuya cabeza fue removida; así como el de un puma. También pueden verse los restos de una habitación.
Intihuatana y Observatorio Astronómico
Sobre una roca pulida sobresalen dos pequeños cilindros. Es probable que haya sido un intihuatana, traducido – «lugar donde se ata al sol», este permitía calcular la posición del sol. Su funcionamiento sigue siendo un enigma hasta la actualidad. Se supone que fue una especie de observatorio astronómico, que se utilizó para medir el tiempo y los cambios de estación, determinar solsticios y equinoccios, y como un lugar de culto a las principales deidades, el Sol, a la Luna, la tierra y las estrellas.
Cusilluchayoc
Nombre quechua que significa «templo o lugar que tiene monos». Ubicado a 500 metros al este de Qenqo Grande. Alberga una piedra tallada de casi 2 m. de altura, cuya forma se asemeja a la de un sapo. En esta roca, aun son visibles algunos grabados de serpientes y de monos, que posiblemente tengan que ver con el nombre del lugar.
La cámara subterránea
El trabajo lítico realizado en este lugar fue sin duda toda una hazaña. Los pisos, paredes, mesas y nichos, fueron tallados con mucho cuidado en la roca viva. Sin duda, fue un lugar donde se celebraban ceremonias secretas. Cuenta con habitaciones de servicio en las inmediaciones. También posee un sistema de drenaje para el agua de las lluvias.
Se ubica muy cerca del Intihuatana. El estudioso de la cultura Inca Víctor Angles la describe como: “parte de un pequeño hoyo, se desplaza en plano inclinado y línea quebrada, luego se bifurca, uno de los ramales conducía el liquido puesto a circular hasta la Cámara Subterránea o Sala de los Sacrificios». El liquido que discurrió, pudo ser la sangre de los sacrificios (animales y/o humanos) a los dioses.
La sala de los sacrificios
El misterio que guardan las ceremonias del culto andino, es uno de los atractivos de la Cultura Inca. Las dudas de la denominada “Sala de los Sacrificios” aún no han sido resueltas. Es una cámara subterránea labrada por completo en una gigantesca roca. En la parte baja de la estructura rocosa, se encuentran labrados, el suelo, las paredes, el techo, las mesas y alacenas.
Se sabe que esta cámara pudo haber sido utilizada para embalsamar orejones, pero también pudieron llevarse a cabo sacrificios humanos y animales en el lugar.
Qenqo Chico
Qenqo Chico, este lugar se encuentra bastante más destruido que Qenqo Grande; muestra restos de muros altos, planeamiento circular y el mismo cuidado en el labrado de la roca.
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